En este artículo hablamos de:
En el cualquier incendio entran en juego dos elementos que hay que tener presentes: el fuego y el humo. En el post de hoy queremos analizar la peligrosidad que representa cada uno de ellos, cuál es mayor y cómo afecta a las instalaciones, personas y bienes frente a un sistema de control de humos.
En el momento en el que se produce un incendio de origen accidental hay dos elementos que deben combatirse:
En condiciones de funcionamiento adecuado de las medidas de seguridad en caso de incendio, es habitual que la extensión tanto de las llamas como del humo quede limitada. Pese a ello, tal como sostiene una de las principales aseguradoras a nivel nacional, la peligrosidad del humo es superior a la que presenta la llama. Parte de las razones que respaldan esta afirmación se indican seguidamente:
Tal como se ha indicado previamente, tanto las llamas como el humo tienen su expansión limitada cuando la respuesta de las diferentes medidas de seguridad en caso de incendio es correcta. En el caso de la llama, debe quedar confinada en el área de operación establecida para el sistema de rociadores, mientras que la masa de humos permanecerá confinada en el interior del depósito afectado por el incendio.
Tanto las llamas como el humo tienen su expansión limitada cuando la respuesta de las diferentes medidas de seguridad en caso de incendio es correcta.
La superficie de un depósito de humos es muy superior con respecto al área de operación asociada al sistema de rociadores, por lo que el primer factor que acentúa la peligrosidad del humo es la ocupación que presenta en el sector de incendio.
Además del espacio que ocupa, la peligrosidad del humo viene derivada de tres características que se derivan de su composición:
La toxicidad del humo viene otorgada por la presencia de gases calientes producto de la combustión, tales como el CO o el CO2, cuya presencia desplaza las moléculas de O2 dificultando así la respiración.
Las partículas de producto inquemado que se encuentran en suspensión en los gases calientes influyen de forma significativa en la visibilidad.
La presencia de los dos elementos descritos anteriormente dotan a la masa de humos de la capacidad de transmitir calor por radiación, circunstancia que conlleva un incremento de temperatura sobre el elemento que la recibe.
Sin embargo, la peligrosidad que se le otorga a la masa de humos no proviene exclusivamente de las características que se derivan de su composición, sino también por la terna de posibles receptores del daño ocasionado.
La toxicidad y la presencia de hollín en las cotas bajas del sector de incendio puede poner en riesgo tanto la evacuación de los ocupantes como el posible acceso de los integrantes del servicio de bomberos.
Especialmente importante resulta este elemento a nivel industrial, con mayor relevancia si cabe en los sectores destinados al almacenamiento.
La sedimentación de las partículas de inquemado sobre el producto así como el propio contacto con los gases calientes, producen la contaminación del mismo y por tanto su pérdida desde el punto de vista comercial. Así mismo, también puede darse la pérdida del producto como consecuencia del incremento de temperatura ocasionado por el calor que irradia la propia masa de humos.
Los mecanismos susceptibles de ocasionar daño al producto pueden aplicarse también sobre la maquinaria que pudiera encontrarse en el interior del sector de incendio. No en vano, la sedimentación del hollín sobre la máquina requiere, en el mejor de los casos, de una profunda limpieza de la maquinaria que deriva en un periodo de tiempo amplio hasta recuperar la puesta en servicio. Por su parte, la radiación de calor es una causa habitual de en la rotura de los componentes eléctricos o electrónicos de la propia maquinaria, cuya sustitución suele tener un elevado coste.
Si se centra el análisis en los establecimientos industriales, y en concreto en los espacios destinados al almacenamiento, la peligrosidad del humo no va en descenso sino todo lo contrario. La tendencia actual y futura de la logística pasa por automatizar la mayor parte de procesos, circunstancia que no exime de la presencia humana. Así pues, la protección de los trabajadores siempre va a ser uno de los objetivos de seguridad en situación de incendio, a lo que se añade una creciente presencia de maquinaria con la consecuente inversión económica que ello supone.
Con todo, minimizar los riesgos que entraña la presencia de humo en el interior de un sector de incendio debe ser prioritario, y para ello debe lograrse una gestión de los humos eficaz, circunstancia que ineludiblemente va ligada a un diseño adecuado de los Sistemas de Control de Temperatura y Evacuación de Humos.
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