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- 16 noviembre, 2023
Corrosión en los sistemas de rociadores contra incendios: ¿Cómo prevenirla?
En este artículo hablamos de:
Cuando hablamos de seguridad contra incendios, el mantenimiento de los sistemas instalados cobra una importancia crucial, pues será la garantía de funcionamiento de los mismos cuando más se necesita, es decir, cuando se produce un conato de incendio.
En el caso de los sistemas de rociadores automáticos, uno de los aspectos más importantes a revisar en cualquier mantenimiento es el estado de los rociadores para asegurar que están libres de corrosión y que esta no afecta al funcionamiento del sistema.
Hoy nos detenemos un poco más en los problemas de corrosión que pueden ocasionar los sistemas de rociadores automáticos, sus causas y consecuencias, y ofrecemos una serie de consejos para evitarla y combatirla.
¿Qué es la corrosión?
La corrosión es un proceso natural que ocurre cuando los materiales, en particular los metales, reaccionan con su entorno y sufren un deterioro gradual. Esta reacción química generalmente implica la oxidación del metal, donde los átomos del metal pierden electrones y se convierten en iones metálicos. La exposición a factores ambientales como la humedad, el oxígeno y productos químicos puede acelerar el proceso de corrosión.
Además, la corrosión puede manifestarse de diversas formas, como la formación de óxido en el caso de los metales ferrosos como el hierro, o la degradación de otros metales a través de la corrosión galvánica. Los efectos de la corrosión pueden ser perjudiciales, ya que pueden debilitar estructuras metálicas, dañar equipos y componentes, y reducir la vida útil de objetos metálicos.
¿Cuáles son las causas principales de la corrosión en los sistemas de rociadores automáticos?
La combinación entre la humedad, el oxígeno y los metales crea el ambiente propicio para los episodios de corrosión.
Se trata por tanto del escenario perfecto para que los sistemas de rociadores automáticos desarrollen esta temida reacción química, pudiendo provocar daños en los componentes y por tanto, propiciando que falle el sistema.
En los sistemas de rociadores que no se mantienen correctamente, se puede observar generalmente el desarrollo de tres tipos distintos de corrosión:
- Corrosión por óxido: afecta a los metales que tienen hierro, como por ejemplo el acero. En este proceso, el hierro en el metal reacciona con el oxígeno presente en el ambiente para formar óxido de hierro. Esta reacción química puede debilitar y degradar gradualmente el metal, lo que puede suponer un problema en términos de durabilidad y resistencia del material.
- Corrosión galvánica: Es un tipo de corrosión electroquímica que ocurre cuando dos metales diferentes entran en contacto eléctrico y están sumergidos en un electrólito, como agua. En este proceso, uno de los metales actúa como el ánodo y el otro como el cátodo. El metal del ánodo, que generalmente es menos noble y más reactivo, sufre una corrosión acelerada, mientras que el metal del cátodo se protege de la corrosión. La razón detrás de este fenómeno se basa en las diferencias de potencial eléctrico entre los dos metales.
- Corrosión microbiológica: es un tipo de deterioro o corrosión de los materiales metálicos causado por la actividad de microorganismos, como bacterias y hongos, en presencia de agua y nutrientes. Estos microorganismos pueden prosperar en ambientes húmedos y a menudo se encuentran en suelos, agua dulce, agua de mar, sistemas de tuberías, tanques de almacenamiento y estructuras sumergidas.
Consecuencias de la corrosión en rociadores
La corrosión en sistemas de rociadores automáticos puede tener diversas consecuencias negativas, ya que afecta tanto a la integridad del sistema como a su capacidad para funcionar correctamente. Algunas de las consecuencias de la corrosión en estos sistemas incluyen:
- Pérdida de eficacia: La corrosión puede dañar los componentes clave de los rociadores, como las tuberías, boquillas y conexiones. Esto puede reducir la capacidad del sistema para rociar agua de manera uniforme y eficiente, lo que a su vez disminuye su capacidad para combatir incendios o cumplir con su propósito previsto.
- Bloqueos y obstrucciones: La acumulación de óxido y otros productos de corrosión puede obstruir las tuberías y las boquillas de los rociadores, lo que dificulta o incluso impide por completo el flujo de agua en caso de un incendio.
- Mantenimiento costoso: La corrosión requiere reparaciones y mantenimiento constantes para restaurar o reemplazar componentes dañados, lo que puede resultar en costes significativos a lo largo del tiempo, tanto en términos de materiales como en recursos humanos.
- Riesgos de seguridad: La corrosión puede debilitar la estructura y la integridad de los componentes del sistema. Esto puede representar un riesgo de seguridad si los rociadores no funcionan correctamente durante un incendio u otra emergencia.
- Pérdida de vida útil: La corrosión puede reducir la vida útil del sistema de rociadores, lo que significa que se necesitarán reemplazos o actualizaciones antes de lo previsto, lo que nuevamente conlleva costes adicionales.
Consejos para prevenir la corrosión en sistemas de rociadores automáticos
Son varias las soluciones existentes para prevenir la aparición de corrosión en los sistemas de rociadores automáticos. Revisamos algunas de las más comunes:
Selección de materiales adecuados
Por supuesto, la selección de los materiales, o la protección adecuada de los equipos, es un elemento fundamentar a la hora de conseguir un mejor comportamiento. Desde el uso de tubería de acero inoxidable, hasta el recubrimiento especial mediante ceras o similar de los rociadores, son propuestas que se emplean en ocasiones.
En el caso de la tubería, en especial por su interior, el problema es más acuciante cuando el sistema es de tipo seco (es decir, sin agua presurizada). Los sistemas secos, que se presurizan normalmente con aire, incorporan los tres elementos de la ecuación: humedad, oxígeno, metales. Por ello, aunque pueda parecer poco intuitivo, hay más problemas de corrosión en sistemas secos que en sistemas húmedos.
Habitualmente se ha empleado tubería de acero galvanizado en caliente para un mejor comportamiento de los sistemas secos (ya que el galvanizado es por el exterior y por el interior de la tubería, frente a la pintura que sólo protege por el exterior). No obstante, en los últimos tiempos esto también se ha puesto en entredicho, y parece que el uso de tubería galvanizada no es la solución más efectiva.
Para el caso de tubería enterradas, la tubería que más habitualmente se está instalando es Polietileno de Alta Densidad.
Otras soluciones, más centradas en elementos que en tuberías, pasar por el recubrimiento, por ejemplo en ambientes muy corrosivos, los rociadores se recubren con una cera que los mantiene aislados.
Monitoreo de calidad del agua
Analizar las aguas es también una buena opción para prevenir la corrosión. Un análisis adecuado puede determinar si el agua tiene propiedades corrosivas o microorganismos que puedan favorecer la corrosión microbiológica. En caso de que así sea, soluciones como tratar el agua mediante aditivos, instalar tuberías resistentes a la corrosión microbiológica, llenar el sistema de nitrógeno en los sistemas secos o de acción previa o implementar un sistema de monitoreo del agua son adecuadas para prevenir el problema.
Ventilación por aire en los sistemas de tubería húmeda
Emplear una válvula manual o automática en un punto alto del sistema para permitir la salida del aire del sistema es una buena solución para que las tuberías cuenten con menos oxígeno, lo que previene la aparición de corrosión.
Empleo de nitrógeno en los sistemas de tubería seca o sistemas de acción previa
Volviendo a lo anteriormente descrito sobre el uso de tubería galvanizada, en los últimos tiempos los estudios parecen demostrar que no es la mejor de las soluciones. Por ello, han surgido nuevas tecnologías de protección del interior de las tuberías de los sistemas secos, que pasan por mantener su interior presurizado no con aire, sino con nitrógeno, mediante un generador de nitrógeno o a través de cilindros. Este proceso intertiza el interior de la tubería, lo que evidentemente, minimizará la cantidad de oxígeno en el sistema y por tanto la posibilidad de corrosión en el interior de las tuberías.
La inspección y mantenimiento, fundamentales
El RIPCI indica que se debe de hacer una revisión cada 10 años y otra cada 25 años, pero la NFPA 25 exige una inspección del estado interno de las tuberías cada cinco años para los rociadores de tubería húmeda, y de tres años para sistemas secos y de acción previa, además de una inspección visual anual.
Además, es importante asegurar que el personal encargado de la gestión y el mantenimiento de los sistemas de rociadores esté capacitado y sea consciente de los riesgos de corrosión, así como de las medidas preventivas a seguir.
En Cottés contamos con un departamento de Service y Mantenimiento altamente cualificado que se encarga de que todos los sistemas instalados en un proyecto de protección contra incendios funcionen de forma óptima aún con el paso del tiempo.
Abordamos de forma integral cada proyecto, desde la planificación hasta el mantenimiento, pasando por el análisis computacional y la instalación de todos los equipos necesarios partiendo de una visión holística que nos permite ir más allá de lo reflejado en la normativa.
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