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En determinados entornos en los que es primordial la supresión de un fuego en su etapa inicial, se recurre habitualmente a los conocidos como agentes limpios para la extinción de incendios.
Pero, ¿de qué están compuestos los agentes limpios? ¿son amigables con el medio ambiente? ¿cómo se regulan?
Hoy nos acercamos un poco más al concepto de “agente limpio” para conocer su historia y su aplicación actual.
Si hay alguna definición de agente limpio con la que puedan estar de acuerdo la mayor parte de los profesionales de la PCI en todo el mundo, tendríamos que basarnos en la que ofrece la norma NFPA 2001.
Según NFPA 2001 (actualizada por última vez en 2022), un agente limpio es un agente extintor de incendios que se caracteriza por no dejar residuos al evaporarse y que no conduce la electricidad.
Sin embargo, se trata de una definición muy amplia que no determina el impacto que estos productos pueden tener en el medio ambiente.
Por ello, a medida que nuevas regulaciones, pactos y acuerdos a nivel internacional, europeo y nacional, han ido condicionando y adaptando su uso a lo largo de los años, algunos agentes limpios se han acabado prohibiendo o limitando debido a sus efectos nocivos en las personas y en la capa de ozono.
Los considerados agentes limpios se han incluido tradicionalmente en dos grandes grupos:
Conocidos como halones, los hidrocarburos halogenados comenzaron a utilizarse dentro del cuerpo de ingenieros del ejército estadounidense a inicios del s. XX.
Se trata de compuestos que se almacenan de forma líquida y se liberan en forma de gas, compuestos que contienen halógenos como el flúor, el cloro, el bromo o el yodo.
Hoy en día, los halones ya no se producen y se han reemplazado por alternativas más respetuosas con el medio ambiente.
El Protocolo de Montreal, desarrollado en el marco del Convenio de Viena para la protección de la capa de ozono, entró en vigor en 1989 regulando la utilización de los halones, cuya limitación fue progresiva hasta que en 1993 dejó de producirse.
A pesar de su alto poder de extinción, los efectos de los halones sobre la capa de ozono los hicieron evolucionar hacia los agentes halocarbonados, que comenzaron a sustituir a los halones como una alternativa más sostenible.
Algunos ejemplos son los hidrofluorocarbonos o los hidroclorofluorocarbonos y se emplean tanto en sistemas fijos de extinción como en extintores portátiles.
Hoy en día, sin embargo, existen múltiples regulaciones por regiones o países que limitan la utilización de agentes limpios, también de los halocarbonados, para determinadas situaciones.
Otro de los sustitutos del halón son los gases inertes, compuestos que contienen elementos químicos como el helio, el nitrógeno o el argón y que pueden contener también dióxido de carbono como componente secundario.
Estos gases se almacenan presurizados y se requiere de un mayor volumen de almacenamiento en comparación a los halocarbonados, pero tampoco dejan residuos y son no conductivos.
Aunque la NFPA 2001 cuenta con un listado general en el que encontramos compuestos diversos como el NOVEC, el INERGEN, FM 200 o FE 25, muchos de ellos están siendo sometidos a múltiples controles y evaluaciones.
Algunos de los contemplados en la norma son:
Un ejemplo de las limitaciones a las que se están viendo sometidos muchos de los agentes limpios utilizados actualmente es la situación actual del NOVEC, cuyo fabricante, 3M, ha anunciado el abandono de su fabricación en 2025.
Por tanto, 3M Novec 1230, la marca registrada de 3M del agente FK-5-1-12 ya no podrá adquirirse a partir de esa fecha, tras una larga estela de demandas millonarias por contener este compuesto sustancias PFAS (sustancias alquiladas poli o perfluoradas).
Aunque hemos visto que la NFPA 2001 rige actualmente el estándar a nivel mundial, en España, la Ley 16/2013 puso en marcha una serie de medidas de fiscalidad medioambiental que condicionaron la utilización de gases fluorados para la extinción de incendios debido al encarecimiento de su recarga.
La tendencia en el mercado está orientada a limitar el uso de compuestos que cuenten con PFAs
Posteriormente, entró en vigor el Reglamento Europeo de Gases Fluorados de Efecto Invernadero, que estableció un nuevo calendario de limitaciones y prohibiciones en el marco europeo y que afectó especialmente a compuestos como FM 200, FE 25 y FE 13.
Y en 2017 entró en vigor en España el RD 115/2017, con el objetivo de regular nuevamente los gases fluorados con respecto a su potencial de calentamiento atmosférico y su potencial de agotamiento de la capa de ozono.
Por otro lado, dentro del Reglamento de Instalaciones de Protección contra Incendios (RIPCI), se pueden consultar directrices para su instalación y manipulación tales como:
En definitiva, la tendencia en el mercado está claramente orientada a limitar el uso de compuestos que cuenten con PFAs, por lo que cada vez más fabricantes están desarrollando nuevos productos libres de compuestos fluorados que puedan mantener su eficacia sin comprometer el medio ambiente.
Habrá que esperar a ver qué soluciones nos presentan estos fabricantes y cuáles de ellas calan en el mercado pero, hasta entonces, tal vez haya que limitarse a realizar instalaciones de agentes de las familias IG que, pese a su mayor demanda de volumen, no se prevé que se vean sujetas a cambios regulatorios a medio plazo.
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